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“Hace cinco años,” esas tres palabras resonaron mientras me sentaba junto a Denise en el desayuno de concienciación sobre el cáncer de mama organizado por Estée Lauder en colaboración con el Hospital Antony van Leeuwenhoek.
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Este hospital había sido mi santuario durante medio decenio; mientras escuchábamos las historias y participábamos en discusiones sobre la batalla continua contra el cáncer de mama, una ola de emociones me invadió.
Esto me llevó a una profunda reflexión sobre nuestro progreso, mientras me recordaba el vasto camino que aún queda por recorrer. Una sensación de melancolía me invadió, guiándome de regreso a mi odisea personal.
Estée Lauder y el Hospital Antony van Leeuwenhoek se unieron para crear conciencia sobre el cáncer de mama, con la primera contribuyendo generosamente con fondos cruciales para la investigación y el apoyo a las mujeres que luchan contra las diversas formas de esta insidiosa enfermedad. A menudo comparaba el cáncer de mama con un intruso sigiloso, como un golpe silencioso en tu puerta. Muy a menudo, llega sin avisar, y cuando te das cuenta de que está ahí, ya está exigiendo toda tu atención. Es casi como un juego interminable de "toc toc", pero con apuestas más altas de lo que uno puede imaginar.
Hace cinco años, el cáncer de mama llamó a mi puerta, y mi reacción inicial fue de incredulidad. Me pregunté si era una broma cruel, pero lamentablemente no lo era. A medida que profundizaba en mi diagnóstico, su gravedad se volvió demasiado evidente. Me clasificaron como "triple negativo" y descubrí que portaba el gen del cáncer de mama, complicando aún más una situación ya de por sí compleja. Al final, tuve que someterme a la extirpación de mis ovarios, lo que me sumió en un estado permanente de menopausia. Sin embargo, rendirme ante esta enfermedad nunca estuvo en mis planes. Tenía demasiado por lo que vivir: mis hijos, mi familia y sueños muy cercanos a mi corazón.
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"Pero dentro de esa oscuridad había estrellas: momentos brillantes de risa, tiempo familiar apreciado, conversaciones sinceras con mi mejor amiga y un sentido duradero de seguridad, incluso en las profundidades de la enfermedad."
Dayenne Bekker
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